Presentación

Bienvenidos a mi blog :) Espero que os gusten mis historias.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Querido Diario: Un cambio de vida radical


Prologo

Querido diario:

¿Nunca nadie se ha preguntado por qué no podemos decir NO cuando todo el mundo espera un SI tuyo aunque no quieras?

Yo sí. Muchas veces.

Hace tiempo me dijeron mis padres de mudarnos. Estaban contentos ya que le habían ofrecido a mi padre el cargo más alto en su empresa.
Era lo que llevaba soñando mucho tiempo. Nos tendríamos que mudar, y antes de dar el sí, nos preguntó a mi hermana y a mí si nos queríamos mudar.

Yo no quería mudarme, tenía mis amigos, mi novio, mi casa, todo aquí. Pero al verles tan contentos y recordar como se había esforzado mi padre por conseguir ese puesto no pude decir que no.
Ahora me arrepiento estando ya en el avión. Bueno me arrepentí nada más decir ‘’sí, felicidades papá, por supuesto que no me importa que nos mudemos’’.

La despedida con mis amigas fue duro, aunque llevé peor la despedida con mi novio.
Era al chico que más había querido desde hace mucho, y ahora quizás no le volvería a ver. ¿Cómo debería sentirme?
Me siento triste pero… ¿es lo correcto?

Estoy confusa…
Lo único que me motiva a seguir estando sentada en ese avión antes de que despegue, son las miradas de felicidad de mis padres y de mi hermana.
No podía ser egoísta.
No podía atar a toda mi familia a una vida que podría mejorarse, al menos para ellos.

Pensé en ellos antes que en mí.
Y este era mi pago. Nueva vida, nueva casa, nuevo colegio, y… supongo que nuevos amigos. Novio no. No creo que vuelva a enamorarme, si luego tenía que irme o él, sería muy difícil para mí volver a despedirme. No volver a verle…

El avión acaba de despegar, no hay vuelta atrás…
Este es el comienzo de mi nueva vida…

Tengo miedo.

jueves, 21 de julio de 2011

Supongo que esto es un adios...


-¡Elena cuidado! -oí a Stefan gritarme antes de que me empujara tirándome al suelo.
Me giré a tiempo de ver un coche acelerando. Busqué a Stefan y le vi tirado en el arcén. No se movía.
Fui corriendo donde estaba.
-¡Stefan! Stefan dime algo...- le dije desesperada. Se movió un poco y puso cara de dolor.- Stefan, ¿Estas bien?
Cayo inconsciente mientras yo llamaba a una ambulancia.
Le hice primeros auxilios pero no servia de nada.
-Elena…- susurró Stefan, y me apresuré a ir junto a él.- Te quiero.
Sonaba a despedida.
Las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas descontroladas.
-Stefan, yo también te quiero, pero no me dejes...- le supliqué.
-Supongo... que esto es... un adiós...- me contesto únicamente mientras cerraba los ojos.
Le zarandeé, pero no sirvió de nada. Le tomé el pulso. No tenía, no respiraba.
Me desperté sobresaltada en mi cama. No era la primera vez que tenía esa pesadilla.
Stefan había muerto por mi, y eso dejaba marcado a cualquiera. Me acordé de la marca que me dejo con seis años. No quería darme galletas y le cogí una, y a la vez que se giraba para decirme algo me dio sin querer y me hizo un maratón.
Me eche a reír de lo blandengue que era.
En cambio Stefan nunca me había dejado desde que nos conocimos en las casitas. Habíamos vivido muchísimas cosas juntos. Cumpleaños, caídas, clases, fiestas de pijamas, la vida...
Siempre que pensaba en él, aparte de sonrisas y lágrimas por los recuerdos, me acuerdo de aquel día maravilloso. El día del beso.
Un día sin más me besó. Y me di cuenta que estaba enamorado de mí. Pero no sabía cuanto hasta el accidente…
Había pasado hacía ya tres meses.
Le seguía queriendo, y mucho, pero llevaba tiempo pensando que si me salvo el querría que siguiera viviendo mi vida.
Así que me arrodille junto a la cama, saqué una foto suya y con lágrimas en los ojos le dije:
-Supongo que esto es un adiós...

Caminos Unidos


-¡Lo siento! Pero todo tiene un fin, y el nuestro ya ha llegado…

Me desperté sobresaltada, y como no… llorando.
Llevaba desde ese día teniendo la misma pesadilla.

-Cualquiera diría que esas eran palabras de mi nov… ex-novio dirigidas hacía mi. Las últimas palabras que me ha dirigido la verdad.
-Dean y yo éramos amigos desde los 4 años. Nos conocimos en PRE-escolar. Y un día con 15 años, me besó. Así sin más.
Lo más normal sería que siendo amigos lo cortara ¿no?
Pues no, me gustó, y se lo devolví. Patético, lo sé. Sobretodo viendo como ha terminado todo.
-Pero lo más patético es estar aquí hablando sola…-tras decir eso me callé y me dirigí a la cocina a por un vaso de agua.

Estábamos de puente, y mañana tenía de nuevo instituto. Lo peor sería que le volvería a ver.
Habíamos… no, cortó conmigo el viernes de la semana pasada. Llevábamos cuatro días sin vernos, y claro, yo sin dormir.

A la mañana siguiente me vestí con el uniforme como siempre y guardé el uniforme de las animadoras en la bolsa.
Me dirigí al coche donde me esperaba mi madre.
Durante el viaje no hablamos nada, solo nos despedimos al llegar al instituto Los Ángeles.
No éramos de estas familias con mucha comunicación oral que se diga.

Miré mi horario para ver que me tocaba. Psicología.
¡Genial! Mi asignatura favorita… Encima llegaba tarde y seguro que me tenía que poner en primera fila. El sitio donde nadie quería ponerse. Delante del profesor.
Llame a la puerta y entré.
Como pensé me tenía que sentar ahí, tome asiento e intenté continuar la clase.

-Como iba diciendo, buenos días-decía el profesor José.- Hoy toca ver en vuestro corazón y abriros para sacar todo lo que no aguantéis llevar solos.
‘’Haber, ¿quién quiere empezar?-como es normal, nadie dijo nada, y el escogió a un ‘’voluntario’’.- ¿Qué tal tú, Dean?

Genial… mi día iba de mal en peor.

-Yo no tengo ningún problema profesor.-Dijo, y suspiré aliviada de que no dijera nada de lo pasado la semana anterior.- El único problema que tenía lo arreglé la semana pasada- añadió.

Me sentó como si mi corazón se helara.
Todos le miraron sin entenderle. Pero él sabía que yo entendería que lo decía por mí. Y a sí era.
No aguante ni un minuto mas estar en esa habitación, así que cogí la mochila de donde la había dejado nada más llegar y me dirigí a la puerta ignorando los gritos del profesor para que volviera a mi asiento.
Encima me ganaría un parte.
Pero no podía dejar que me viera llorar.

Me dirigí hacía el gimnasio, ya que hoy había partido y tendríamos que animar al equipo. Lo peor era que Dean era el capitán del equipo de fútbol.
Me cambié y esperé a que llegaran todas intentando desahogarme antes para que no me vieran.
Cuando llegó la hora del partido, como siempre salimos a animar al equipo.
Nosotras salíamos primero y luego hacíamos pasillo a los jugadores de nuestro instituto.

Dean pasó delante mía sin mirarme, y ya cuando estábamos todos en el campo salió el arbitro, y nosotras empezamos con la coreografía.
Hoy a mí me tocaba ponerme arriba de la pirámide si ganábamos. Nos íbamos turnando.

Íbamos ganando 3-2 y quedaban cinco minutos.
Pero en el último minuto empataron. Ahora tendrían que ganar en los penaltis.
Dean metió dos de tres. Le tocaba al otro equipo y… ¡solo marcaron uno! ¡Habíamos ganado!

Nos tocaba nuestra parte. Hacer la pirámide.
Nos iba genial animando, y la coreografía nos estaba saliendo perfecta.
Me subí arriba de la pirámide y aguantamos mientras todo el mundo vitoreaba a los jugadores que se venían con nosotras a celebrarlo.
Ahora tocaba bajar, yo era la primera. Estaba a punto de dar el salto para dar una voltereta en el aire cuando una de las de debajo de la pirámide recibió un pelotazo en la cara y perdió el equilibrio.
Toda la pirámide se vino abajo, y yo iba a ser la que peor parada saldría ya que estaba arriba del todo.

Todos los chicos se apresuraron a coger a las chicas para que no se hicieran daño.
A mi también me fueron a coger. Pero no llegaron y me di de cara contra el suelo. Aunque el mayor impacto se los llevaron mis brazos y un poco la frente.
Dolía. Y mucho.
Me caía algo caliente desde la frente. Levante un brazo como pude y vi que era sangre.
No la soportaba y si añadimos a eso que estaba adolorida y cansada. Me desmayé.

Me desperté por la mañana.
Estaba en mi cama. Al principio estaba un poco confusa, pero luego cuando me moví todo el dolor se me vino encima, y con ello, los recuerdos.

-Cariño, ya estas despierta-me dijo mi madre desde la puerta con una sonrisa.- ¿Qué tal te encuentras? Nos diste un buen susto cuando apareciste inconsciente en brazos de Dean…-la corté.
-¿Dean?
-Si cariño, Dean-me dijo, y después miró el reloj.- El doctor vino anoche y nos dijo que si te encontrabas mejor podrías ir al instituto. Yo me tengo que ir a trabajar. ¿Te llevo?

Me levante un poco adolorida, pero solo tenia un par de moratones en los brazos y una brecha en la cabeza. Pero podía andar. Así que eche a mi madre de la habitación y me cambié lo más deprisa que pude.
Ya en el instituto, todos se me quedaban mirando, aunque la verdad, no me extrañaba, ya que estábamos en primavera, hacía calor y llevaba una camiseta de manga corta.

Como siempre, llegaba tarde, pero hoy estaban los pasillos llenos de gente para mi suerte…
Miré el reloj. Llegaba ya diez minutos tarde. Eche a correr hacía mi clase de gimnasia. A sí hacía el calentamiento que me estaba perdiendo.
Antes de llegar al gimnasio me choque contra alguien y me caí de espaldas.
Esperaba que alguien se quejara, pero en vez de quejarse el chico vino enseguida a cogerme.
Lo que más me sorprendió fue que en vez de cogerme para levantarme se tiró a mi lado y me dio un efusivo beso. Abrí los ojos y me encontré con unos ojos verde jade que me conocía muy bien.
Dean.

-Lo siento, lo siento, lo siento…-me decía muy triste.- Todo es culpa mía, lo siento…
-¿Dean? ¿Qué, qué sucede?-le pregunté asustada.
-En psicología fui un borde, todo por una maldita mentira de la semana pasada, perdóname por romper contigo. Te amo… Además ayer te caíste porque metí los goles y hicisteis la pirámide y el otro equipo se enfadó…
-Tranquilo Dean, no fue culpa tuya…-le dije. Después le sonreí.- Por cierto… yo también te amo.- Y tras decir eso le di un beso cariñoso al que me respondió enseguida haciéndome olvidar adonde me dirigía.

jueves, 2 de junio de 2011

¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar?

Hola, mi nombre es Carlotta y tengo 17 años.
Mi vida cambió drasticamente a los 14, cuando me enteré que unos tipos me perseguían por una deuda sin saldar con mis padres, que en paz descansen.
Desde ese momento he tenido que huir. Pero no estoy sola.
Un día, lo recuerdo como si fuese ayer, uno de mis perseguidores dió con mi pista y me encontró.
Intenté huir de él, pero no llegué muy lejos cuando me alcanzó. Todo pasó muy rápido, pero antes de darme cuenta ya me tenía amarrada de pies a cabeza.
Me sentía muy impotente, 2 años huyendo para nada..
Pero... no todo fue como os pensais. Pasamos 2 semanas juntos, esperando a sus jefes, y.. se podría decir que fue amor a primera vista.
Pronto no pudimos hacer nada y nos besamos. Sí, y no me arrepiento. Fue el mejor día de mi vida.
A partir de ese momento todo fue a peor.
Ya no me perseguían para capturarme y que trabajara para ellos, si no que me perseguían a matarme. Y a MI Lucas también.
Huimos juntos. Por lo menos esa parte no estaba mal.
Andabamos de un sitio a otro durante el día, y dormíamos juntos por las noches. Y sí, por si os lo preguntabais, solo dormíamos porque estabamos muy cansados.
Llevamos huyendo juntos desde hace 1 año. Y por suerte nunca nos han alcanzado... hasta ahora.
Y aquí me encuentro yo. Al lado de Lucas, viendo como le esta apuntando su propio jefe con una pistola.
Desde siempre he tenido una habilidad. Ver las cosas rápidas a camara lenta.
Esta vez no fue distinto. Su jefe disparó y yo grité. Grité como nunca su nombre y el solo me miró con una sonrisa.
Aun estaba a tiempo, podía ponerme delante de él. Recibir el disparo por él.
Hay cosas en la vida, que no pueden cambiarse. Y esta es una de ellas.
Espero no saber nunca si me he equivocado con mi decisión...

Vi como pasaba todo a camara lenta.
Me puse entre Lucas y la bala.
Nunca olvidaría el día que nos conocimos un año atras.
Una lágrima cayó indiscretamente de mis ojos.
Delantandome. Tenía miedo.
Porque... ¿quién desea morir?
Pero la decisión esta tomada. El destino esta escrito.
Y todo. Acaba aquí.


Todo se nublo.
Solo existia un mundo lleno de dolor y de angustia.
Yo solo grité. Lloré.
Y sentí unas manos apretandome la herida. Entreabrí los ojos y distinguí a Lucas.
-No te vas a morir -me dijo.
Lágrimas caían de sus ojos sin control.
Y solo le pude poner mi sonrisa mas triste y decirle.
-Mentiroso...
Todo se volvió negro. Y dejé de sentir.
¿Esto es morirse?
Porque... ¿todo.. acaba aquí?