Presentación

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jueves, 21 de julio de 2011

Caminos Unidos


-¡Lo siento! Pero todo tiene un fin, y el nuestro ya ha llegado…

Me desperté sobresaltada, y como no… llorando.
Llevaba desde ese día teniendo la misma pesadilla.

-Cualquiera diría que esas eran palabras de mi nov… ex-novio dirigidas hacía mi. Las últimas palabras que me ha dirigido la verdad.
-Dean y yo éramos amigos desde los 4 años. Nos conocimos en PRE-escolar. Y un día con 15 años, me besó. Así sin más.
Lo más normal sería que siendo amigos lo cortara ¿no?
Pues no, me gustó, y se lo devolví. Patético, lo sé. Sobretodo viendo como ha terminado todo.
-Pero lo más patético es estar aquí hablando sola…-tras decir eso me callé y me dirigí a la cocina a por un vaso de agua.

Estábamos de puente, y mañana tenía de nuevo instituto. Lo peor sería que le volvería a ver.
Habíamos… no, cortó conmigo el viernes de la semana pasada. Llevábamos cuatro días sin vernos, y claro, yo sin dormir.

A la mañana siguiente me vestí con el uniforme como siempre y guardé el uniforme de las animadoras en la bolsa.
Me dirigí al coche donde me esperaba mi madre.
Durante el viaje no hablamos nada, solo nos despedimos al llegar al instituto Los Ángeles.
No éramos de estas familias con mucha comunicación oral que se diga.

Miré mi horario para ver que me tocaba. Psicología.
¡Genial! Mi asignatura favorita… Encima llegaba tarde y seguro que me tenía que poner en primera fila. El sitio donde nadie quería ponerse. Delante del profesor.
Llame a la puerta y entré.
Como pensé me tenía que sentar ahí, tome asiento e intenté continuar la clase.

-Como iba diciendo, buenos días-decía el profesor José.- Hoy toca ver en vuestro corazón y abriros para sacar todo lo que no aguantéis llevar solos.
‘’Haber, ¿quién quiere empezar?-como es normal, nadie dijo nada, y el escogió a un ‘’voluntario’’.- ¿Qué tal tú, Dean?

Genial… mi día iba de mal en peor.

-Yo no tengo ningún problema profesor.-Dijo, y suspiré aliviada de que no dijera nada de lo pasado la semana anterior.- El único problema que tenía lo arreglé la semana pasada- añadió.

Me sentó como si mi corazón se helara.
Todos le miraron sin entenderle. Pero él sabía que yo entendería que lo decía por mí. Y a sí era.
No aguante ni un minuto mas estar en esa habitación, así que cogí la mochila de donde la había dejado nada más llegar y me dirigí a la puerta ignorando los gritos del profesor para que volviera a mi asiento.
Encima me ganaría un parte.
Pero no podía dejar que me viera llorar.

Me dirigí hacía el gimnasio, ya que hoy había partido y tendríamos que animar al equipo. Lo peor era que Dean era el capitán del equipo de fútbol.
Me cambié y esperé a que llegaran todas intentando desahogarme antes para que no me vieran.
Cuando llegó la hora del partido, como siempre salimos a animar al equipo.
Nosotras salíamos primero y luego hacíamos pasillo a los jugadores de nuestro instituto.

Dean pasó delante mía sin mirarme, y ya cuando estábamos todos en el campo salió el arbitro, y nosotras empezamos con la coreografía.
Hoy a mí me tocaba ponerme arriba de la pirámide si ganábamos. Nos íbamos turnando.

Íbamos ganando 3-2 y quedaban cinco minutos.
Pero en el último minuto empataron. Ahora tendrían que ganar en los penaltis.
Dean metió dos de tres. Le tocaba al otro equipo y… ¡solo marcaron uno! ¡Habíamos ganado!

Nos tocaba nuestra parte. Hacer la pirámide.
Nos iba genial animando, y la coreografía nos estaba saliendo perfecta.
Me subí arriba de la pirámide y aguantamos mientras todo el mundo vitoreaba a los jugadores que se venían con nosotras a celebrarlo.
Ahora tocaba bajar, yo era la primera. Estaba a punto de dar el salto para dar una voltereta en el aire cuando una de las de debajo de la pirámide recibió un pelotazo en la cara y perdió el equilibrio.
Toda la pirámide se vino abajo, y yo iba a ser la que peor parada saldría ya que estaba arriba del todo.

Todos los chicos se apresuraron a coger a las chicas para que no se hicieran daño.
A mi también me fueron a coger. Pero no llegaron y me di de cara contra el suelo. Aunque el mayor impacto se los llevaron mis brazos y un poco la frente.
Dolía. Y mucho.
Me caía algo caliente desde la frente. Levante un brazo como pude y vi que era sangre.
No la soportaba y si añadimos a eso que estaba adolorida y cansada. Me desmayé.

Me desperté por la mañana.
Estaba en mi cama. Al principio estaba un poco confusa, pero luego cuando me moví todo el dolor se me vino encima, y con ello, los recuerdos.

-Cariño, ya estas despierta-me dijo mi madre desde la puerta con una sonrisa.- ¿Qué tal te encuentras? Nos diste un buen susto cuando apareciste inconsciente en brazos de Dean…-la corté.
-¿Dean?
-Si cariño, Dean-me dijo, y después miró el reloj.- El doctor vino anoche y nos dijo que si te encontrabas mejor podrías ir al instituto. Yo me tengo que ir a trabajar. ¿Te llevo?

Me levante un poco adolorida, pero solo tenia un par de moratones en los brazos y una brecha en la cabeza. Pero podía andar. Así que eche a mi madre de la habitación y me cambié lo más deprisa que pude.
Ya en el instituto, todos se me quedaban mirando, aunque la verdad, no me extrañaba, ya que estábamos en primavera, hacía calor y llevaba una camiseta de manga corta.

Como siempre, llegaba tarde, pero hoy estaban los pasillos llenos de gente para mi suerte…
Miré el reloj. Llegaba ya diez minutos tarde. Eche a correr hacía mi clase de gimnasia. A sí hacía el calentamiento que me estaba perdiendo.
Antes de llegar al gimnasio me choque contra alguien y me caí de espaldas.
Esperaba que alguien se quejara, pero en vez de quejarse el chico vino enseguida a cogerme.
Lo que más me sorprendió fue que en vez de cogerme para levantarme se tiró a mi lado y me dio un efusivo beso. Abrí los ojos y me encontré con unos ojos verde jade que me conocía muy bien.
Dean.

-Lo siento, lo siento, lo siento…-me decía muy triste.- Todo es culpa mía, lo siento…
-¿Dean? ¿Qué, qué sucede?-le pregunté asustada.
-En psicología fui un borde, todo por una maldita mentira de la semana pasada, perdóname por romper contigo. Te amo… Además ayer te caíste porque metí los goles y hicisteis la pirámide y el otro equipo se enfadó…
-Tranquilo Dean, no fue culpa tuya…-le dije. Después le sonreí.- Por cierto… yo también te amo.- Y tras decir eso le di un beso cariñoso al que me respondió enseguida haciéndome olvidar adonde me dirigía.

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